"Te puedes sentar, viajero, en esta casa de piedras: es tarde tal vez bajo tu bandera, en tu patria. Aquí siempre es temprano y el fuego está por encenderse (...) Tú, si quieres permanecer o disolverte, puedes hacerlo. Lo único que se exige es azul"

Estas palabras de Pablo Neruda me parecieron oportunas y cálidas para darte la bienvenida. Sean, entonces, la puerta de entrada a mi casa de palabras. Con ellas y las de Octavio Paz comenzamos a navegar.

..... " La poesía /siembra ojos en las páginas /siembra palabras en los ojos /
..... Los ojos /se cierran. /Las palabras se abren."

Los espejos de Anaclara

Cómo transformarse en escritora

Treinta y cinco años corriendo cada día de la escuela matutina al trabajo de la tarde y de ahí al curso de adultos nocturno; intentando a la vez criar hijos, atender casa, mascotas y plantas, y salvar algún huequito para lo personal: ver una película, charlar con los amigos, leer un libro.
Aunque el contacto con mis alumnos siempre me dio satisfacciones, comencé a esperar la jubilación con ansiedad. Cuando al fin llegó me vi, por primera vez en mucho tiempo, con un regalo maravilloso entre las manos: veinticuatro horas todas para mí.
¿Qué harás ahora? Te vas a aburrir, sentenciaron los agoreros. Pero yo, sin planes previos, me dediqué a la maravillosa aventura de vivir.
Cuando, por casualidad, vi en internet la convocatoria para el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños pensé, vagamente nostálgica por aquellos años de trabajo con poemas y chiquilines: ¡Qué pena! Si uno fuera escritora...
En seguida escuché las palabras de Eduardo Galeano:"...porque todos, toditos, tenemos algo que decir a los demás, alguna cosa que merece ser por los demás celebrada, o perdonada" Y me escuché a mí misma diciéndole a los chiquitos de primer año: ¿Y si escribimos poemas?
Entonces no lo dudé más, y ante la perplejidad de familia y amigos, acepté el reto: ¡Y sí! ¡escribimos poemas!
Dos semanas buceando en mi interior, yendo otra vez, por aquella puertita que afortunadamente siempre estuvo abierta, a buscar en mi infancia recuerdos, vivencias, emociones. Y Los espejos de Anaclara se fueron abriendo camino casi solos, sin yo proponérmelo concientemente, hasta que al fin salieron de la impresora aquellas hojas blancas que tanto hicieron reír a mi hija: ¡Mamá, eso no es un libro!
Pero lo fue. La Fundación para las Letras Mexicanas eligió mi poemario y el Fondo de Cultura Económica lo publicó en 2009. Ello me abrió un mundo nuevo y fascinante: viajes, congresos, seminarios, nuevos libros, nuevos amigos.
En definitiva, sigo siendo la misma, pero ahora tengo la certeza que, pase lo que pase, poesía y niños irán siempre conmigo.